Durante el año 2022 se fueron de España 1.100 enfermeras, el doble que el año anterior. Noruega, Reino Unido e Irlanda son los principales países a donde las enfermeras emigran en busca de mejores condiciones, menos sobrecarga y mayor valoración profesional.
El número de enfermeras formadas en España que fueron a trabajar a otro país se ha casi duplicado en sólo un año, pasando de 572 a 1.100. La razón principal de esta fuga de talento no es otra que la precariedad laboral que vive el sector y dentro de ella las altas tasas de temporalidad. Lejos del 8% marcado como objetivo por el Gobierno de España, según el Consejo General de Enfemería (CGE) la temporalidad entre las enfermeras no baja del 30% y en algunas Comunidades Autónomas llega al 40%.
En 2020, el número de enfermeras españolas trabajando fuera de España superaba las 5.400 y desde entonces la cifra no ha dejado de crecer. Sólo en los dos primeros meses de 2023, ya han emigrado 286 enfermeras, una cuarta parte del total registrado en 2022. Noruega, Reino Unido e Irlanda son, por este orden, los principales lugares de destino, que acaban beneficiándose de contar con profesionales sanitarias altamente cualificadas, formadas en España, pero más valoradas en el exterior.
Para el CGE, la temporalidad a la que se somete al personal de enfermería en España no tiene justificación, pues uno de los grandes problemas de nuestro sistema sanitario es precisamente la falta de enfermeras. Mientras en Europa la ratio es de 8,6 profesionales por cada 1.000 habitantes, en España es de apenas 6,1, lo que conlleva además una sobrecarga de trabajo que no solo perjudica a las enfermeras sino, sobre todo, a los pacientes.
Son muchas las enfermeras en nuestro país que viven enlazando contratos, muchas veces de días e incluso horas. Su vida personal se ve afectada por la inestabilidad y la conciliación familiar les resulta casi imposible. Renunciar a un contrato, que a veces se ofrece de un día para otro, supone una penalización que les lleva directamente al último puesto de la bolsa de empleo. La penalización tiene lugar también si el empleador no consigue contactar telefónicamente con la enfermera.
Por otro lado, es habitual que las enfermeras temporales pasen de una unidad a otra sin importar si tienen o no la experiencia requerida y sin que cuenten con la figura de un tutor que les acompañe. Esto genera estrés, inseguridad y ansiedad, además de comprometer la adecuada atención a los pacientes.
Salud mental
La situación está afectando a la salud mental de las enfermeras. De acuerdo a la encuesta realizada por el Consejo General de Enfermería a 20.000 enfermeras tras la pandemia, el 80% se encuentra en una situación de estrés mantenido, el 75% padece ansiedad y el 33% depresión. La marcha a otros países con mejores condiciones y mayor valoración profesional es una alternativa a la precariedad. La otra es el abandono de la profesión, que también va in crescendo. Ante esta realidad, el Consejo General de Enfermería urge al Ministerio de Sanidad y a las consejerías de Sanidad de las diferentes comunidades autónomas a estabilizar e incrementar las plantillas de acuerdo a las necesidades de la población.