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Las Jornadas de Cuidados Dignos en el Final de Vida reúnen a destacados referentes a nivel nacional en la aplicación de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia.

El sistema sanitario debe prestar más atención y dedicar más esfuerzos al acompañamiento y los cuidados del paciente y de sus familias antes, durante y después de la prestación de la ayuda para morir. Esta es una de las principales conclusiones de las primeras Jornadas de Cuidados Dignos en el Final de la Vida, organizadas por el Colegio Oficial de Enfermería de Las Palmas y celebradas este lunes en el Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil de Gran Canaria.

El evento contó con la participación de destacados referentes a nivel nacional en los aspectos técnicos, legales y éticos de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE), quienes desde diferentes puntos de vista abordaron el papel que esta reciente norma legal, aprobada el pasado año, contempla para los profesionales de enfermería.

Begoña Román Maestre, filósofa, profesora de la Universidad de Barcelona, presidenta del Comité de Ética de Servicios Sociales de Cataluña y miembro del Comité de Bioética de esa comunidad, dedicó su ponencia a los aspectos éticos y filosóficos de la voluntad de morir. Incidió especialmente en la necesidad de que los profesionales sanitarios “respeten y hagan respetar las decisiones de los pacientes”. Las enfermeras en particular, como vínculo clave entre el equipo sanitario, la familia y el paciente, deben ser garantes de los derechos de las personas que se encuentran en el proceso de final de vida. Así, además de escuchar, acompañar, cuidar, paliar el dolor y buscar el máximo confort de la persona, tienen que “hacer valer la voluntad del paciente, sin emitir juicios de valor y sin permitir que su derecho a decidir le sea expropiado en ninguna de las fases del proceso”.

Derecho a morir con dignidad

Fernanda del Castillo Arévalo, enfermera jubilada y presidenta de la Asociación Derecho a Morir Dignamente de Asturias, centró su intervención en la eutanasia desde la perspectiva de su reconocimiento como un nuevo derecho de la ciudadanía. Insistió en la idea de que el profesional sanitario no debe enjuiciar ni cuestionar la decisión del paciente en su proceso de final de vida, porque “nadie puede valorar el sufrimiento que la persona lleva por dentro”, remarcando así que es el paciente y no el profesional sanitario quien ha de tomar las decisiones relativas al final de su vida”. Los profesionales, “acostumbrados a curar y salvar, tienen que aceptar la finitud de la vida y respetar la decisión meditada de quien solicita la eutanasia, sin paternalismos y sin imponer las creencias propias”.

Del Castillo hizo un llamamiento al activismo de la sociedad civil para que, una vez conseguida la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, se vele por el cumplimiento de los derechos en ella recogidos. También habló de los cuidados paliativos como una medida complementaria –no excluyente– a la prestación de ayuda para morir, señalando que los países en donde mejores cuidados paliativos se presta a la población son precisamente aquellos que tienen regulada la eutanasia, “un avance social que da respuesta a muchos sufrimientos”. En cuanto a las cuestiones a mejorar un año después de la entrada en vigor de la ley en España, propuso aumentar la información y la formación de la población y de los profesionales involucrados, disminuir la burocracia facilitando protocolos claros y accesibles, aumentar los medios de los que dispone el sistema sanitario para cumplir la ley y evitar las desigualdades territoriales e individuales que pueden producirse en el acceso a este nuevo derecho de la ciudadanía.

El papel de la enfermera

Por último, Tayra Velasco Sanz, enfermera de UCI, profesora de Bioética de la Universidad Complutense de Madrid y presidenta de la Comisión Deontológica del Colegio de Enfermería de Madrid, explicó el papel de la enfermera durante el acompañamiento en la prestación de la ayuda para morir. Una a una, desgranó las funciones concretas del profesional de enfermería en las diferentes fases del proceso, señalando la necesidad de que el cuidador profesional atienda de forma adecuada en la muerte, como parte inherente de los cuidados a las personas a lo largo de la vida.

Las sesiones, que contaron con más de 100 participantes, fueron coordinadas por Mercedes Martín Fuentes, enfermera especialista en oncología del Servicio de Quimioterapia del Instituto Nacional de Cancerología, y Victoria Castañeyra, enfermera con amplia trayectoria en el ámbito de la manifestación anticipada de voluntades y la prestación de ayuda para morir.