Este viernes, 5 de noviembre, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una jornada destinada a reconocer el esfuerzo que supone el cuidado de personas en situación de dependencia. Desde el Colegio Oficial de Enfermería de Las Palmas, que aglutina a quienes cuidan profesionalmente de la salud de los demás, se quiere destacar la importancia de los cuidados en el ámbito familiar, haciendo hincapié en la necesidad de cuidar más y mejor a los cuidadores no profesionales, pues suponen la principal fuente de apoyo para las personas dependientes. De su salud física y mental depende la de las personas a las que cuidan.
La pirámide poblacional en España ha cambiado en las últimas décadas. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población de 65 y más años representa ya el 17,15% del total. Conforme la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD), el 30,3% de esos mayores de 65 años presenta alguna discapacidad.
En España el 89% de las personas mayores dependientes, más de dos millones de personas, reciben cuidados no profesionales. Para el 78% se trata de su única fuente de apoyo. La mayoría del cuidado se realiza en el entorno familiar, pues la proporción de personas mayores de 65 años que viven en instituciones apenas alcanza un 1,2%, frente al 4% que se registra en otros países europeos de nuestro entorno, como Francia, Bélgica o Luxemburgo.
Mujer entre 45 y 65 años
Según el estudio “El estrés en cuidadores de mayores dependientes”, realizado por los investigadores María Crespo y Javier López, el perfil predominante de las personas cuidadoras en España es el de una mujer de entre 45 y 65 años, no ocupada, casada o en pareja y que forma parte del entorno familiar de la persona atendida, bien cónyuge, hija o nuera. No percibe ayuda económica o remuneración por esos servicios y no tiene formación reglada al respecto. Dedica un promedio de 5 años al cuidado de la persona dependiente, con una intensidad media de más de 5 horas diarias, que llega a ser incluso mayor cuando se cuida a una persona con demencia u otras enfermedades crónicas graves.
Con este nivel de dedicación, las personas cuidadoras están expuestas a la sobrecarga. Su salud física y mental suele verse resentida, con consecuencias económicas, sociales, familiares y emocionales. La situación se agrava cuando la persona cuidadora es de edad avanzada.
Ante esta realidad es prioritario que los servicios de salud introduzcan acciones dirigidas a mejorar la salud y la calidad de vida de las personas cuidadoras. El sistema sanitario tiene la responsabilidad de destinar más recursos para el tratamiento de las dolencias derivadas del desempeño del rol de cuidadora y poner énfasis en el autocuidado, el control del estrés y la prevención de la sobrecarga.
También es importante que los profesionales sanitarios reorienten su labor reconociendo el rol de las personas cuidadoras. Conviene observar a la persona cuidadora como paciente, una persona que también precisa de atención y apoyo mediante la intervención en el entorno o la organización de grupos de ayuda mutua.
El Colegio Oficial de Enfermería de Las Palmas ha editado un póster informativo, que ha distribuido en los hospitales y centros de salud, con el objetivo de concienciar a los profesionales de esta realidad. Se trata de sensibilizar a los profesionales del ámbito sanitario para que vean en el cuidador no profesional a un aliado, un facilitador de la salud de las personas en situación de dependencia, alguien que también necesita y merece ser cuidado.